Hace ya
algún tiempo, cuando aún era un niño, me gustaba bajar desde Ronda al Valle del
Guadalevín para ver como saltaba limpio y vivo, jugando con las piedras a lo
largo de su camino.
Me gustaba
contemplar y oír como bullía la vida dentro de sus aguas. Como esquiaban los
zapateros sobre su cristalina superficie, en los remansos. Como cantaban las
ranas llenas de alegría. Y como el agua estaba llena de luz que sé hacia densa
en los peces y también volaba en las libélulas de mil colores y alas
trasparentes como el aire.
Y veía como
en las fiestas, muchas familias iban al río y disfrutaban de él, y él les daba
la Armonía que necesitaban para seguir sus caminos y también les daba descanso,
y también les hacía reflexionar sobre el tránsito de la existencia al
contemplar el continuo fluir de sus aguas.
Ahora todo
aquello se ha ido como un sueño y el Guadalevín es como una cloaca donde solo
la muerte espumeante se pasea. Y un angustioso grito de olor sube todos los
días desde el hasta Ronda por los tajos.
Pero Ronda
está dormida. Sus habitantes no saben vivirse, no se les ha enseñado. Unos se
duermen frente a la televisión y dicen que viven. Otros dormitan en el consumo,
cada vez más envolvente. Y la juventud, su única esperanza, prefiere respirar
el aire contaminado de las discotecas donde los vapores del alcohol y las
drogas los atontan a salir a vivirse en los campos buscando sus raíces y sus
porqués.
Y mientras
tanto: ¿Dónde están los maestros del hombre? ¿Dónde están aquellos que dejando
su estupidez intelectual y sus títulos bajen hasta la vida cotidiana de cada
día para ayudarla a vivir?
¿Dónde está
la honradez de aquellos que se visten de poder y se dicen servidores del
pueblo? ¿A dónde ha ido la responsabilidad que cada uno debe de tener, por el
simple hecho de nacer, con la propia Madre Tierra? ¿Quién habla por el agua que
se vuelve podrida, los árboles que se queman, la especulación de la tierra en
manos de seres extraños a ella que solo la ven como una inversión?
¿Quién por
la contaminación del aire de todos? ¿Quién lo hace por la doliente parte de
humanidad que sufre el despilfarro de la otra parte?
¿Qué
ocurrirá cuando se hayan ido los pajarillos del aire? ¿Qué ocurrirá cuando los
peces de los ríos y los mares también se hayan ido hacia lo invisible? ¿Qué
ocurrirá cuando la tierra cansada no de más cosechas?
Yo pregunto
a los cientificistas: ¿Habrá entonces triunfado el hombre sobre la Madre Tierra
o se habrá convertido en un ser mutilado y sin raíces, mantenido en su propio
artificio?
Pero tal vez
yo solo soy un pobre ignorante que no entiende lo que dicen entender los doctos
e inteligentes, los buscadores de poder.
Si, tal vez
yo solo soy un pobre ignorante que no entiende lo que es la Vida.
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